HAY QUE HUIR DE LOS VERBOS
que se cierran por dentro,
como odiar o mentir
o callar o rendirse.

Hay que abrazar las puertas
que presagian paisajes
y dormir en las manos
de quien nos hace bien.

Hay que hundirse en los sueños,
navegar sus mareas,
para subir por dentro
al cielo en la mirada.

Hay que andar por el tiempo
recordando que el tiempo
son sólo los andamios
que sostienen el aire.

Hay que reconocerse
en todos los espejos
a todas las edades
y en todas las personas.

Hay que volver a casa
y agradecer la infancia.
Y hay que sobrevivir
a todas las batallas,
y no cerrar los ojos
si nos ponen la venda.